Las personas que luchan por la defensa de los derechos humanos enfrentan un desafío emocionalmente intenso en su labor. Lidian con historias traumáticas, luchan contra injusticias y se sumergen en contextos difíciles que pueden afectar su bienestar emocional y psicológico. ¿Cómo se pueden afrontar estos desafíos en un contexto donde todo parece estar en contra? La clave está en cambiar la visión del autocuidado por una donde sea considerado una necesidad, más que un lujo o una banalidad.
El agotamiento del activista: un acompañante silente
Para las activistas por los derechos humanos, la labor de todos los días es una montaña rusa emocional. Se enfrentan a situaciones de injusticia, escuchan o viven de primera mano historias de sufrimiento y muchas de sus batallas parecen ser contra murallas inmóviles. En el caso de la violencia hacia las mujeres, en México, donde siete de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia (CONAVIM, 2022), el activismo es un trabajo indispensable. Pero también es cierto que las activistas que luchan contra la violencia de género experimentan un desgaste constante que afecta su resistencia y bienestar emocional. Y se trata no sólo de las vivencias cotidianas en su quehacer, sino que también se acumulan con las propias violencias que las mujeres transitan en sistemas patriarcales, lo cual incluye el despojo de la percepción de la necesidad del autocuidado, pues a las mujeres se les exige, a lo largo de su vida, a volcarse al otro.
Comprender esta necesidad y tomar las acciones necesarias para restituir un estado de bienestar es complejo porque el autocuidado, en el contexto actual, es una acción subversiva y radical que, en el caso de las mujeres activistas, se enfrenta al patriarcado de manera directa. Cuestiona las prioridades de las cuidadoras al reenfocarlas en ella misma: no cuido a otros en detrimento de mí misma, sino que procuro mi bienestar antes de continuar con el trabajo. Así, el sistema comienza a desarmarse porque se le enfrentan mujeres fuertes, descansadas y dispuestas a luchar.
¿Cómo reconocer la necesidad de ayuda?
En sistemas que buscan constantemente que las mujeres estén agotadas y siempre al borde de abandonar la contienda, es común encontrar pretextos para desviar la atención de ciertos síntomas que hay son importantes para reconocer la necesidad de ejercer el autocuidado.
- Fatiga constante: Cuando la fatiga se transforma en un estado de apatía o hay una permanente agitación, es hora de prestar atención.
- Pérdida de interés: Si las actividades que antes generaban emoción se tornan monótonas y se ha perdido el entusiasmo.
- Cansancio emocional: El bienestar emocional está en peligro cuando hay un vaivén de sentimientos incontrolables recurrente.
- Dificultades en relaciones: Personas cercanas y queridas suelen notar cambios del estado de ánimo sin razones aparentes, distancia social e irritabilidad. Es importante escucharles.
- Desmotivación: Si bien las luchas sociales son retadoras por sí mismas, el cuestionamiento constante, preguntarse por el impacto real de las acciones y la desmotivación en general pueden ser indicadores de replantear el enfoque.
El poder del autocuidado
En REDIGE creemos que en el camino por la eliminación de la violencia de género es indispensable el trabajo personal de cada una de sus luchadoras. Es decir, buscar el cuidado de una misma, buscar estrategias de defensa propias e incorporar las reivindicaciones por las que se trabaja cada día en el exterior, en la vida propia. Si bien como activistas es común que se manejen temas y conceptos complejos, a veces el mandato del “sacrificio activista” nubla la claridad y no permite ver que una misma también es sujeto de estos derechos.
El medio tampoco favorece la búsqueda de espacios para el autocuidado, pues se asume que es una práctica vanidosa y, por lo tanto, banal, además de que se asocia al lujo, pues exige un tiempo que muchas veces es difícil de dedicarle. Pero, ¿cuál es la utilidad de practicar el autocuidado de manera constante? ¿Por qué consideramos que se trata de una necesidad, más que de un lujo? A continuación, enumeramos algunos de sus beneficios.
- Recarga de energía: El autocuidado permite recargar la batería emocional, indispensable para mantener la pasión y motivación.
- Claridad mental: El trabajo por los derechos humanos requiere de una mente estratégica para tomar las mejores decisiones. Tener espacios de autocuidado y descanso permite esta claridad.
- Desarrollo de la resiliencia: El autocuidado permite desarrollar una resistencia al estrés y al agotamiento, pues ayuda en la rápida recuperación al enfrentar dificultades y a mantener una actitud positiva.
- Liderar con el ejemplo: Poder reconocer las necesidades de autocuidado durante la práctica del activismo no sólo es un acto de amor propio, también resulta en una inspiración en las personas con las que se convive día a día, tanto en quienes se acompaña como en las y los colegas.
El autocuidado es una herramienta muy poderosa que permite que las reivindicaciones sociales sean sostenibles en el tiempo, lo que garantiza que se llegue a resultados tangibles y se concrete un cambio real en el sistema.
Desde REDIGE promovemos los espacios de autocuidado no sólo como tareas personales, sino también como actividades que se enriquecen al realizarse en colectivo. Nuestro programa Cuido, Me Cuido, Nos Cuidamos es una apuesta por normalizar esta necesidad y un espacio con herramientas y especialistas capacitadas para combatir las dificultades emocionales y psicosociales a las mujeres activistas se enfrentan en su lucha diaria.